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ALTEREGUMANCIA

La desautorización de la filosofía (celebrando el Día Mundial de la Filosofía)

La desautorización de la filosofía (celebrando el Día Mundial de la Filosofía)

Una tarea filosófica ineluctable tiene que ver con escudriñar en lo que está establecido, cuestionar lo aceptado por todos, y muchas veces reivindicar lo que ha sido legado al olvido.

Es pues, un ir contra la corriente del flujo “normal” de las ideas, revisando lo que está autorizado y haciéndole preguntas incómodas a quien lo autoriza, esto es, incomodando a la autoridad.

El que detenta la autoridad siempre desea que sus afirmaciones sean tomadas como absolutos, como blancos que definen un enemigo en negro, como órdenes que deben ser aceptadas sin chistar e incluso difundidas e impuestas con pasión fanática. 

De ahí que a los autoritarios les moleste sobremanera esa actitud propiamente filosófica de matizar los extremos, de minar las certezas, de escuchar las perspectivas que perciben las cosas de forma diferente, de sólo aceptar argumentos lógicos, razonados y basados en concepciones de la realidad que puedan ser contrastadas y a su vez discutidas.

El leer filosofía, y luego el pensar y conversar desde un plano filosófico te exige autonomía, y por ello un esfuerzo real por revisar los conceptos en los que basas tus convicciones. Te exige ser capaz de comprender y ser empático con los planteamientos diferentes al tuyo, para recorrer con más amplitud las cuestiones que a todos nos importan, y buscar soluciones más densas y mejor estructuradas. Hacer filosofía consiste en cuestionarte, revisarte, buscar soluciones a lo que no te cuadra, y saber comunicarlas para continuar con el debate, de manera que otros puedan contribuir a enriquecer tus propuestas con refutaciones, o nuevas ideas. En última instancia, es voluntariamente desautorizarte a ti mismo para seguir pensando lo que ya considerabas sólido o bien elaborado.

Todo esto exige sociedades abiertas a la discusión, la confrontación, la crítica y el debate. Exige líderes bien preparados que saben que la verdad es un camino a partir del cual surgen acciones en determinado momento, y que el asegurar que ellas sean aceptables o convenientes requiere de un pensar bien estructurado y creativo.

También exige ciudadanos exigentes, que no se dejen convencer con “pan y circo” ni espejitos de colores, y que constantemente estén revisando su contribución a la sociedad, pero pidiendo a su vez que el papel de las autoridades sea el de sumarse al impacto de las contribuciones que todos podamos llegar a hacer para mejorar nuestras interrelaciones. 

No es de extrañar que la filosofía cuente cada vez con menos apoyo para garantizar su presencia en el sistema educativo, y sea ella la que termine por estar desautorizada.

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