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ALTEREGUMANCIA

Un ancianato no es una pecera.

Un ancianato no es una pecera.

Claro, lo ideal sería que las nuevas generaciones se ocuparan de sus ancianos.  Uno siempre está mejor en su casa, con los suyos y con lo suyo.

Pero debo reconocer que esto no siempre es posible.  El ritmo frenético al que te obliga la supervivencia, y las enfermedades y debilidades propias de la vejez exigen cuidados que muchas veces no estamos en capacidad de suministrar.  Reconocerlo es triste y el remordimiento que nos aflige cuando tenemos que decidir dejar a nuestros viejos en una “casa de retiro” debe ser escuchado con atención, tomando esta decisión sólo al haber agotado todas las demás posibilidades.  Tenemos que tener cuidado de no “inhabilitar” autoritariamente al pariente anciano, con la excusa de que “se puede hacer daño” si está sólo.  Muchas veces este razonamiento esconde un sentimiento de culpa por dejarlos mucho tiempo solos, y la manera de resolverlo es organizando mejor la vida diaria para estar con ellos.  Sin excusas chimbas.

Pero como ya dije, a veces no hay de otra, y el ancianato es la única solución viable.  Acabo de visitar uno esta semana, y traté de pensar cómo me sentiría yo viviendo ahí, para revisar esta institución con ojo crítico. A pesar de que el sitio era limpio y ordenado,  y parecía haber personal suficiente, bien preparado y con paciencia, una cierta tristeza flotaba en el ambiente, y por eso trataré de precisar sus contornos.

Un ancianato no puede ser una pecera, fue lo primero que se me ocurrió.  No puede ser un sitio en el que encerramos a un ser vivo para verlo de vez en cuando, tan sólo preocupándonos por mantener el agua limpia y darles de comer, y poniéndole unos perolitos que imiten la vida cotidana: un televisor, un sofá y un baño (un castillito y un alga en las peceras).  Luego sólo queda esperar que el pececito/viejito dure lo que tenga que durar, pero que no dé mucha guerra.

¿Qué le cambiaría al ancianato? Pues lo personalizaría. Cada uno de nosotros tiene sus aficiones, y necesita que se las satisfagan.  Yo necesitaría una biblioteca e internet.   Mi amiga Elba necesitaría que la dejaran cocinar un bienmesabe de vez en cuando.  Mi querida Trini necesitaría un salón para jugar a las cartas o al dominó.  Pipo quisiera un pequeño taller donde reparar cosas.  Merceditas necesitaría un teléfono para conversar con sus amigas.  Carlos un atril, un lienzo y unas pinturas.  Juan Pablo un guitarra eléctrica con su amplificador. Para Alexandra habría que organizar su cumpleaños todas las semanas.

Pero además necesitaríamos cuartos privados, aunque sean reducidos.  Espacios de cada quién, donde tener nuestras pertenecías, nuestras fotos y nuestras manías, y donde podamos hacer el orden y el desorden que nos plazca. Donde podamos llevar a nuestro amorcito para darle besos.  Y dónde haya un televisor para cada uno, porque a unos nos gusta la novela y a otros History Channell, y a otro las películas de la época de catapún, y a otros el Barsa y a otros el Real Madrid.  Y a otros nos gusta tenerlo apagado y vernos reflejados en la pantalla oscura.

Se deben organizar salidas.  Al parque a caminar, a los museos o al cine, para quién así lo desee. Un ancianato no puede ser una cárcel, en dónde el encierro dura hasta que el pariente responsable del encierro se le ocurre que puede llevar a su viejo a pasear. 

Son absurdos los “horarios de visita” porque son símbolo de mayor encierro, y dificultan las relaciones con los familiares, que de por sí ya tienen excusas, reales o imaginarias, para no ir al ancianato.

La vida masificada, el mismo orden para todos, las rutinas anónimas, transforman al ancianato en un campo de concentración donde colocar seres humanos mientras esperamos que se mueran de una buena vez. 

Esto es inaceptable para un preso, imagínense entonces para aquel que lo único que hizo fue envejecer.

1 comentario

Alexandra Garbi -

Una vez tropece con una frase que decia algo parecido a: Mi fortuna me alcanza para vivir con lujos y comodidad hasta mi muerte siempre y cuando la muerte llegue antes de tres meses. Es una frase seria pero me rei en aquel momento aun me rio con la seriedad del asunto. Tus pececitos/viejitos traen a mi memoria esas palabras.