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ALTEREGUMANCIA

El Argumento Bolívar

El Argumento Bolívar

En la discusión acerca de la posibilidad de reelegir indefinidamente al Presidente de la República acepto que el concepto de “soberanía” pudiera implicar el derecho a decidir dejar en el poder a quién lo ha hecho bien, tantas veces como esa “voluntad soberana” lo desee.

 

El problema es que los voceros gubernamentales (en una democracia robusta no debería ser el gobierno, y mucho menos sus adulantes los que promovieran una reforma tan delicada, que parece apuntar solamente al beneficio de su líder) pretenden que con este argumento ya confutaron todos los argumentos “oposicionistas” (que palabra tonta, Señor).  Veamos cuales son los más importantes.

 

Uno de los más sencillos, y de los más fáciles de explicar es que ya dijimos que no a la reelección indefinida en el referéndum del 2 de diciembre del 2007.  Se consultó, junto con otras reformas posibles, y todas fueron negadas ¿Por qué no se respeta en este caso la soberanía del pueblo?  El planteamiento de que aquella vez la propuesta fue en bloque y esta vez es punto por punto es bastante cínico.  Primero, porque la votación punto por punto fue lo que se sugirió que debía haberse  en el referéndum anterior, y el gobierno se negó rotundamete, porque la propuesta era un todo, un bloque homogéneo, sistemático y orgánico que perdía sentido si se discutía por separado ¿Cómo es que ahora si se puede?  La única respuesta que se me ocurre es que el Presidente, haciendo caso omiso de la “voluntad soberana del pueblo” manifestada en el referéndum, aprobó por vía de ley habilitante una parte de la propuesta de reforma, pero no pudo aprobar este “pequeño cambio”, porque la cosa no hubiera pasado tan suavemente.  Y segundo, porque, cuando se llevó a cabo el referéndum de marras, el elemento más impopular (entre un 70 y un 80 por ciento de rechazo) era precisamente la reelección indefinida.

 

Hay en todo esto un elemento extraño, un “de aquí no me saca ni Dios” (mejorando a Mugabe), una gotita fría a lo tortura china, que no se entiende muy bien.  Es decir, el Presidente nos preguntó si se puede quedar para siempre, le dijimos que no, y entonces se queda para siempre preguntándonos si se puede quedar para siempre. 

 

Pero el argumento más importante, y el que han tratado de rebatir con muy poco tino, es el “argumento Bolívar”.  Y es que es poderoso: dejar mucho tiempo a alguien en el poder genera distorsiones, la gente se acostumbra a obedecer, a considerar al líder como insustituible, y esto es muy difícil de evitar.  Por otro lado, un presidente en el poder adquiere paulatinamente mayor capacidad de influencia y control de los mecanismos para quedarse en el cargo: crea dependencias, alianzas, miedos y redes; incrementa las presiones indebidas, parcializa las instituciones, debilita las disidencias con múltiples coacciones.  De ahí que sea forzosa la regulación de la alternabilidad.  Alternar implica permitir elecciones en las que otros puedan participar en igualdad de condiciones.  Incluso dentro del mismo partido de gobierno.  Alternar implica poner un límite, garantizar el respeto al principio de que en una democracia, todas las voces deben ser escuchadas, y todas deben tener oportunidades iguales de llegar al poder, y además, siempre que su objetivo no esté reñido con esa alternabilidad, y la convivencia de una pluralidad de sentidos.  Precisamente, ningún referéndum podría consultar sobre la posibilidad de quitarle derecho al voto o a la elegibilidad a los negros, los oligarcas, las mujeres o a los discapacitados.  Son cosas que no se discuten, porque atentan contra la democracia y su progresividad, y ninguna mayoría puede pretender esa posibilidad.

 

Todavía quedan muchos argumentos, como el legal (la Constitución estipula claramente que una misma reforma no puede ser propuesta dos veces en un mismo período de gobierno) y el hecho de que al gobierno le moleste tanto que la misma reelección indefinida pueda ser aplicada para alcaldes y gobernadores (refutadas mediante galimatías alrededor de la figura de unidad y totalidad), pero sería alargar mucho una discusión que, en el fondo, siento un tanto repetitiva.

 

Sólo queda votar NO a la “enmiendita”.

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