Manual de Retórica Oficial

Queridos súbditos: A fin de garantizar la hegemonía de nuestra oratoria manteniendo unidad de propósitos a la hora de contestar a cualquiera que critique mi gloriosa gesta, o la de aquellos de ustedes que forman parte del egregio equipo que yo he conformado con sabiduría inobjetable, aquí les envío algunos consejos que deben ser seguidos al pie de la letra: 1. Acuse al otro de lo que éste lo acusa a Ud. Devuelva rápidamente la lanza al campo enemigo diciendo: “Aquí el único culpable de robarse los dineros de la plebe eres tú”. 2. Acuse al otro de cualquier otra cosa que esté pasando. Si no sabe nada de aquello de lo que le acusan, hable de un tema que todos conozcan, y culpe a su acusador de ello. Diga: “Yo no sé nada de aldeas quemadas, lo que sí sé es que tú estás metido hasta los ijares en el caso de las meretrices enfermas de vicio inglés” 3. Acuse al otro de todo lo que está pasando en el Reino. Líguelo a una conspiración sideral de los realistas, los ostrogodos, los herejes y los ateos. Afírmelo como líder del movimiento para restaurar el Caos Originario. 4. Acuse al otro de sufrir reblandecimiento cerebral. Insinúe que sus acusaciones son delirios de la fiebre, paranoias provocadas por los pasquines subversivos, disparates provocados por el cambio de luna. 5. Insulte al otro. Pero utilice su ingenio para hacerlo, busque el punto donde más duele. Si el otro es un cura, acúselo de haber traicionado a Cristo. Si el otro es maestro, acúselo de no haber leído nunca un libro. Si el otro es un juez, acúselo de ciego y vendido. Si el otro es un soldado acúselo de ser miedoso. Si el otro es mujer acúsela de meretriz. Si el otro es un niño acúselo de no saber jugar. 6. Afirme la imposibilidad de que esté ocurriendo cualquier cosa que el otro denuncie. En la misma oración añada que el otro tiene la culpa de que eso esté pasando. En pocas palabras: “Eso no está pasando y pasó por culpa de ustedes”. 7. Desprestigie las instituciones a las que pertenece o las que apoyan a todo aquél que nos ataque. Las instituciones son imaginarias y no saben defenderse. 8. Hable siempre en tono sarcástico y peyorativo. Haga de ello su estilo y no lo abandone nunca, para que la sorna se haga piel. Y cuando hable del otro empiece siempre burlándose de sus defectos: de su calvicie, de su vejez, de sus dientes amarillos, de sus grandes orejas, del color verdoso de su piel, de sus pies enormes, de su baja estatura, de sus borracheras constantes, de su voz aflautada, de su vicio inglés. 9. Exagere los defectos del otro. Caricaturícelos, haga chistes vulgares de ellos, compárelos con animales pérfidos como la rata, la cucaracha, la serpiente y la hiena. 10. No responda jamás las preguntas comprometedoras. Desvíe la conversación insultando a alguien propicio. Incluso, si no se le ocurre nadie mejor, insulte al escribano o al bufón de palacio. Ellos también son abstractos, y no se quejan. 11. Hable siempre desde una postura de superioridad moral y suponiendo la inmoralidad del otro. Diga siempre: “Todos celebran los altísimos valores del ideal supremo que representa nuestra gesta…” y luego añada: “todos conocen la bajeza, la moral rastrera y los intereses malignos de nuestros enemigos…” 12. No intente exagerar mis virtudes porque siempre se quedará corto, y pasará usted por crítico. Cuando quiera hablar de mí, simplemente diga: “El Supremo Líder…”, “El Altísimo…”, etc. Aténgase a este guión y conserve su cabeza sobre los hombros.
2 comentarios
Nones -
Sandra -
Un señor que va en coche y se percata de que está perdido, maniobra y pregunta a alguien en la calle:
- ¡Disculpe!, ¿podría usted ayudarme? He quedado a las 2:00 con un amigo, llevo media hora de retraso y no sé dónde me encuentro!
- Claro que sí -le contesta- se encuentra usted en un coche, a unos 7 Km. del centro de la ciudad, entre 40 y 42 grados de latitud norte y 58 y 60 de longitud oeste.
- Es usted ingeniero, ¿verdad? -dice el del coche
- Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
- Muy sencillo, porque todo lo que me ha dicho es "técnicamente correcto", pero "prácticamente inútil": continúo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer con su información.
- Usted es politico, ¿verdad? -pregunta el de la calle.
- En efecto -responde orgulloso el del coche- ¿cómo lo ha sabido?
- Porque no sabe dónde está ni hacia dónde se dirige, ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de preguntarme, pero ahora, por alguna extraña razón parece que la culpa es mía.