No tengo nada que aprender

Cada vez que escucho esta frase siento rabia, indignación y temor.
Y no me ocurre poco. Es increíble la frecuencia con la que la pronuncian intelectuales, artistas, docentes y estudiantes.
No leo para no contaminarme, "Leer consume tiempo que tengo que usar para crear", La única forma de abordar un autor es desde la crítica y la deconstrucción, Para pensar con autonomía hay que deslastrarse de la tradición, Esa propuesta ya está superada: Estas son algunas de las frases en las que siempre creo escuchar la misma negación a aprender algo lo que otros han aportado.
Para empezar, en esta actitud me parece encontrar falta de humildad. Los que la pronuncian parecen creer que han alcanzado un nivel en el que todo lo anterior a ellos ya no tiene validez, o que sólo la tiene como una curiosidad histórica, que sólo puede interesar a ociosos u obsesionados.
Me parece que también encubre flojera. Poco compromiso para el trabajo que implica investigar, comprender las implicaciones, los matices, la relevancia, los problemas, las aporías, las preguntas, las grietas, las ventanas que abre una obra cualquiera.
También me parece triste, porque implica que todos los esfuerzos que han hecho otros seres humanos por comprender su tiempo, comprenderse a sí mismos y comprender a los demás han sido en vano.
Por último conlleva el riesgo de descubrir el agua tibia. Cuando se revisa el pensamiento y la obra de los que trajinaron antes de nosotros descubrimos sus intuiciones anticipatorias, sus innovaciones insuperables y lo que hay en ellas de eterno y siempre vigente. Muchas propuestas que se creen "nuevas" o de "ruptura" tan sólo repiten con ligeras variaciones lo que los maestros de antaño ya habían planteado.
A todos aquellos que dicen que no tienen nada que aprender de otros habría que hacerles una simple pregunta, que le escuché a alguien por ahí, pronunciada con inocencia cáustica:
¿Si no tienes nada que aprender de los demás por qué los demás sí tendrían que aprender de ti?
0 comentarios