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ALTEREGUMANCIA

El Malestar de la incultura.

El Malestar de la incultura.

Esta semana, leyendo las  reseñas acerca del Festival de Cine de San Sebastián, sentí un aguijonazo en el centro de la frustración.

 

Reflexionando mi afección, me doy cuenta de que no es aguda, y que, como en todo proceso crónico, es el resultado de un lento y gradual deterioro.

 

El dolor en el costado de la satisfacción me empezó cuando me di cuenta de que no tendría la más mínima posibilidad de ver ninguno de los filmes que concursaron allí, o por las mismas, en ningún otro festival de cine donde el plato fuerte sea el cine de autor. 

 

Claro, me dije, consolador, a uno siempre le queda la posibilidad de alquilar las películas cuando lleguen a la tienda.  Pero inmediatamente me burlé de mi ingenuidad, porque la piratería acabó con todas las tiendas especializadas en el ramo, las cuales, dicho sea de paso, tampoco era que hacían mucho caso del cine más serio, y cobraban un ojo de la cara, con lo que se hacía muy difícil disfrutar luego de la película.  Sólo con dos o tres buhoneros del DVD pirata, en una conocida universidad  de la capital (que no voy a mencionar, no sea que los persigan por subversivos), pueden sorprenderte a veces con títulos que escapen de la persecución de carros, las matanzas indiscriminadas y los guiones de la precariedad.

 

De ahí, pasé a recordar que cada vez es más complicado para los organizadores del Festival Internacional de Teatro de Caracas el contar con el apoyo suficiente para llevarlo a cabo, y mucho menos para traerlo a la provincia, por lo que las ediciones son cada vez más espaciadas, y los programas regionales son cada vez más magros.  Ya comienzo a extrañar esa semana que te transforma la vida con la magia de la actuación en vivo.   

 

Si a esto se le suma las trabas para la importación de libros (porque no es un rubro preferencial para los dólares, o porque los temas no son considerados apropiados), el círculo de aislamiento se cierra.

 

Sólo nos queda Internet, que todavía es un medio bastante libre, y donde me solazo escuchando las radios especializadas en música académica, jazz o humor; bajando libros que sería imposible conseguir en las inexistentes bibliotecas públicas, escuchando conferencias o seminarios de los grandes  intelectuales de nuestro tiempo o disfrutando de los talentosos bloguistas que allí pululan.  Claro, todo esto solo, sin el disfrute de la conversación pos-pandrial con los amigos, y la experiencia magnífica de compartir con otros las maravillosas producciones del genio creativo humano.  Y además,  gobiernos chinos y cubanos en la vanguardia, sospecho que este, manque-sea-poco tampoco nos va a durar.

 

Ustedes me perdonarán, pero tengo hinchazón del pesimismo, congestión de la fe y me temo un infarto de incultura. 

2 comentarios

Sandra -

yo sufro de lo mismo!!!!!... me senti descrita: hinchazón del pesimismo, congestión de la fe y me temo un infarto de incultura... ayer fue la entrega de los goya, ver en pasarela todo lo que nos perdemos... y es cierto, ni el festival de teatro que era una oxigenada anual.

snif!!!. un abrazo, "manquesea".

Roberto -

Es terrible hermano, nos queda quebrantar derechos de autor para acceder al buen cine al precio de dejar atras la experiencia de la pantalla grande. En cuanto al teatro, te podras imaginar que es mas escaso aun el alcance de los festivales internacionales por estos lares (Maracaibo y el occidente del pais). Temores no infundados, diagnostico compartido.