Deberían ponerte a dormir

No te amarro
ni te pongo un bozal
ni te dejo nunca afuera
con este mal tiempo.
Nunca me olvido de ti
te llevo conmigo
te protejo y trato
de aliviar tus pesares
y si te has peleado
con el mundo
lamo tus heridas
y escucho tus lamentos.
Tu muestras los colmillos
y gruñes cuando me acerco
y me lastimas con saña
haciéndome tropezar
poniéndome contra la pared
mordiéndome entre ladridos
inoculando miedo en los huesos
que estoy seguro quisieras roer.
Deberían ponerte a dormir.
No cuidas de mi sueño
y más bien te divierte
organizar los insomnios
cuando la luna te favorece
o ulula una ambulancia
o pasa una perra mala
con el lomo arrebujado
o se muere un vagabundo
de tu tribu urbana
entonces aúllas durante horas
tumbas los tachos de basura
y persigues las ánimas con frenesí.
Cobarde hasta las pulgas
si entran de saqueo
no te molestas en ladrar
o estas como ausente
o te lías como un anillo
o meneas la cola mansamente
o te callas como un enemigo
o simplemente no te importa.
Deberían ponerte a dormir.
Cuando alguien me lastima
no mueves un pelo de tonto
porque consideras merecido
los golpes y peyorativos
ya que sirven para domar
mis numerosas mañas
y perjuicios.
Pero si me besan la punta del pie
o tan siquiera se atreven a olerme
se te cruza la bestia peluda
con el monstruo desencajado
y te retuerces y tiemblas y chillas
amenazando con aspaviento
como si pudieras
comértelos muertos
antes de caer al suelo.
Deberían ponerte a dormir.
Te juntas con otros para arruinar
lo bello y lo ordenado
tu jauría llega sucia enferma y hedionda
y juegan toda la noche al escondite
a policía y ladrón a la tonga y al escondido
y tras la brutal tropelía
quedan en astillas
jarrones espejos y fotografías.
Para que no me queje
ni eche en falta alguna escultura
antes de largarse todos abrazados
bajo la luna en el jardín amado
cagan entre saltos y contorsiones
sobre las rosas y los tulipanes.
Deberían ponerte a dormir.
Muerdes la mano que te alimenta
precisamente mientras te alimenta
y sosteniendo mis dedos entre tus caninos
te ríes y me exiges que te pida perdón
y que silbe y que cante y que rece una oración.
Lo que te sirvo siempre está demasiado caliente
o tan frío que podrías constiparte
tan dulce que daría caries
o muy salado para tus riñones
exiguo para tus ganas
abundante para tu mesura
o mezquino para tu justa retribución.
Deberían ponerte a dormir.
Transmites enfermedades
y eres el huésped maldito
(con gozo mal disimulado y alevosía)
de los vectores de una peste ontológica
el olor que marchita flores
el hálito que tumba dientes
el contacto que empava
la estela que marea
la mirada que nubla la mente
el miasma que empicha el agua
y la presencia que descorazona.
Pero no dejas que te bañe
tu pelaje enmarañado y viscoso
tiene nudos tan intrincados
que solo la sarna podría acicalarte.
Deberían ponerte a dormir.
Eres puro dolor:
pena realenga
cojera de la convicción
mutilación en las ganas
y artritis del amor
te falta sangre para tanta herida abierta
costilla para tantos golpes de la vida
barriga para arrastrarte hasta la tumba
estás raquítico para lo que jodes
herniado para lo que te conviene
chueco para tu asombrosa ubicuidad
y aunque la piel se te cae de los huesos
y tienes los belfos en jirones
quieres besar sin boca
y copular sin vocabulario
como si fueras de otra especie.
Deberían ponerte a dormir
porque es lo que se hace con los perros
que están como tú estás
desde hace ya tanto tiempo.
Pero no me atrevo.
No puedo ni pensarlo.
(Me angustia extrañar tu compañía.)
4 comentarios
-
yldemaro villavicencio -
yldemaro villavicencio -
yldemaro villavicencio -