Los cacerolazos y el kokoro

Juan Carlos mencionaba hoy en su twitter un concepto que tenía muchos años sin recordar. Lo hacía a propósito de los cacerolazos: "vamos a poner a vibrar el kokoro".
De este concepto hablamos mucho en nuestra juventud. Provenía de un libro de aventuras de Eric Van Lustbader llamado White Ninja. Uno de esos best-sellers sin mayor trascendencia que nos encantó leer porque estaba muy bien narrado, con una acción trepidante y un erotismo subidísimo de tono.
Pero de lo que hablábamos mucho en aquel entonces era del kokoro. Esta palabra japonesa significa "corazón", y Van Lustbader la usaba para referirse a una especie de membrana o núcleo interno de la realidad que uno podía llegar a modificar. Lo cito:
"Existe una membrana en kokoro, el corazón de las cosas. No es un órgano que late, bum-bum, bum-bum, bum-bum, como tu corazón o el mío lo hacen. Es un campo de energía que puede ser influenciado por la manipulación de fuerzas dentro de nosotros mismos. Los caminos son dobles: ritual y meditación. Acciones ritualizadas y pensamientos meditados. Ambos focalizan la energía, enganchándola en un rayo concentrado que puede ser golpeado contra la membrana de kokoro, excitándola, ejerciendo influencia. Los caminos deben ser repetidos una y otra vez. Mientras más duran estas repeticiones, mayor es la excitación de la membrana kokoro, y mayor es la energía creada".
Seríamos pues como 7 millones de ninjas de la cacerola.
0 comentarios