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ALTEREGUMANCIA

El Amor Platónico

El Amor Platónico

Nuestro "amor platónico" es esa persona que nos parece perfecta, que no sabe de nuestra existencia pero por la cual existimos, la suma de todos los bienes y que nunca hemos rozado, con la cual sólo nos hemos besado en sueños y el destino final de los suspiros más roncos y silenciosos. 

Pero este término puede servir también para entender mejor algunos conceptos de la propuesta platónica, tanto por aquellos sentidos que se corresponden bien con el pensamiento de Platón, como por aquellos que no tienen nada que ver, o que incluso lo contradicen.

También podría referirse al tratamiento que hace Platón del tema en su diálogo El Banquete, lectura que recomendamos para degustar filosofía bien escrita, y revisar varias teorías acerca de lo que es el amor… Pero creo que resulta muy útil si se le compara con la relación que el ateniense parece establecer entre nosotros y las ideas, tal cómo puede encontrarse en diálogos como República y Fedro.  

En estos diálogos, y para hacer corto un cuento muy largo, Platón plantea que el mundo está dividido en dos: un mundo en el que vemos "sombras nada más" (como en el bolero) y un mundo de las Ideas.  El primero es sólo apariencia, engaño y superficialidad.  Está hecho de las cosas corporales.  El segundo es todo perfección, armonía y verdad y está constituido por los "moldes" de todo lo que hay en la realidad.  Ambos mundos coexisten, pero sólo aquellos que se preparen podrán ver "más allá" de las apariencias, y, con el "ojo del alma" percibir las Ideas.  El que logra percibir las Ideas ve realmente lo que es, y no su apariencia engañosa.  De ahí que hay que hacer un esfuerzo por lograr ponernos en contacto con ellas.  En este texto trataremos de explicar un poco más la relación que tenemos con las ideas, usando los conceptos que están incluidos en el de amor platónico.

Uno de los sentidos que se da al amor platónico  es el de "amor ideal".  Nuestra atracción estaría dirigida hacia algo perfecto, sin defectos, que lo tiene todo.  En este caso la metáfora funcionaría bastante bien.  Las ideas son lo real en su perfección total.  Son el modelo hacia lo que todo tiende y a lo que todo intenta parecerse.  Cada silla que existe en este mundo de sombras intenta parecerse a LA SILLA, la perfecta, la del mundo de las Ideas, y si uniéramos en uno sólo todos los modelos de silla que existen, esta sería la silla perfecta.  Y amaríamos a esa Silla (o por lo menos nuestra espalda lo haría).

Otro de los sentidos que le damos al amor platónico es que es inalcanzable.  La persona en la que nos hemos fijado no tiene ninguna relación con nosotros y es imposible que la tenga jamás.  En este caso el sentido parece alejarse de la propuesta platónica.  Con las ideas tenemos una relación muy difícil, pero muy estrecha: ellas están en nuestra alma, y con un proceso educativo podemos llegar a ponernos en contacto con ellas (aunque lograr ver la más perfecta de las Ideas, la Idea del Bien, puede que ocurra recién cuando alcancemos los 55 años). 

El problema es que, acostumbrados como estamos a estar dentro de un cuerpo que mira hacia afuera, hacia el mundo de sombras y engaños, hacia el resto de los cuerpos, entonces no vemos las Ideas.  El cuerpo es una limitación (de ahí que Sócrates casi se alegra de tener que morir envenenado con cicuta).  Para ver las ideas tenemos que educar nuestro espíritu, dialogando con la realidad, frotando los nombres, las imágenes y los conceptos para que se produzca una chispa que nos permita atisbar las ideas, y sus relaciones con otras ideas.

Por último, decimos de un amor platónico que es una relación en la que no existe contacto físico.  Nunca he tocado a ese ser que me quita el sueño, y no creo que llegue a tocarlo, sobre todo porque quizás no me atreva, porque en el fondo le temo.  Temo no merecerlo, temo que me desprecie, temo decepcionarme.  Este sentido, que suele estar bastante presente, es quizás el más alejado de la concepción platónica de las Ideas. 

Porque para Platón, el proceso para alcanzar conocimiento de las ideas empieza con el cuerpo.   A través del cuerpo olemos, tocamos, probamos, escuchamos vemos y en suma nos revolcamos en lo que amamos.  Por ahí empezamos a conocerlo, inevitablemente.  El cuerpo está ahí en medio, y como está ahí, todo pasa por él, todo empieza en él. 

El secreto estriba en no quedarse pegado en las sensaciones del cuerpo.  Hay que seguir profundizando en el conocimiento, o elevándose hacia él,  porque lo que nos provee el cuerpo es una pequeña parte de todo lo que contiene la Idea.  En el caso del amor tenemos que hacernos amigos de aquel a quien amamos,  compartir aventuras, conversar hasta el amanecer, apoyarnos, pelearnos y luego reconciliarnos, pasar apuros juntos, y juntos solucionarlos, descubrir los matices de nuestra personalidad, reírnos y llorar, en fin, pasar vida juntos, llegar a conocernos.  Aún cuando el cuerpo decaiga, el amor tiene que ser cada vez mayor, porque amamos el alma que conocemos cada vez mejor.  Si se fijan bien, la chispa se produce con esfuerzo.  "A primera vista" puede que atisbemos algo, pero no es suficiente.  El esfuerzo continuado, disciplinado, dialogante, de intercambio, de oposición benevolente es el que me lleva a acercarme a mi amor, o a la Idea.  El amor es un esfuerzo, uno aprende a amar, uno se educa para amar amando. 

Ese es el amor platónico.

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